Esperaba a los otros dos comandantes del Caos, Martirius y Asbjorn. El primero entro a la sala con paso airado y no freno hasta quedar a un palmo de Ikerus. Martirius era muy intimidante, siempre iba con su hacha sierra en mano y sus más de 2,5 metros de masa muscular hacían que uno pareciese pequeño a su lado, hasta que no entro Asbjorn no se apartó de Ikerus. Asbjorn se movía lentamente como si cada pie tuviese que pedir permiso al otro para moverse, su armadura estaba hinchada y deforme, varios gusanos salían de distintos orificios de su desproporcionado rostro. Al llegar a la parte central Ikerus se estremeció, de repente el pectoral de su armadura se abrió y una figura grotesca emergió de su pecho, una bola de carne retorcida la cual querría ser un torso dos brazos diminutos y una cabeza desproporcionada, la criatura tosía tras cada palabra:
- Nos traicionaste, cof, cof, tú eras nuestro cof, cof, el gran padre cof, cof, aun te quiere cof, cof...
Ikerus sujeto a la criatura de la cabeza y la volvió a meter en el pecho cerrando su armadura. Asbjorn le miro y sin preguntar dijo:
- Infórmanos de cómo está la situación en Attila.
- La situación nos es favorable. El Wagh Orko está perdiendo fuerza. No creo que nos den problemas.
- ¿Acaso esperabas que nos los diesen? JaJaJa Ja JoJoJo Jo
Martirius les miraba como si los fuese a matar.
- Malditos estúpidos. Nunca hay que menospreciar a un rival, los Orkoz aún nos pueden dar problemas, sobre todo si centran sus ataque en nosotros y no en los adoradores del cadáver.
- ¿Qué ocurre con los Necrones? Están protegiendo el objetivo que venimos a destruir.
- Están haciendo frente a los Tau. Además, su debilidad ante la disformidad los hace vulnerables.
Martirius apretó el mango de su hacha de tal forma que casi la destroza.
«“Vulnerable”, dice - Pensó Martirius -. Como puede menospreciar a una raza inmortal, la cual lleva en el universo más tiempo que cualquiera de las otras razas. Deberíamos atacarlos los primeros para así poder destruir el Monolito.»
- Los que me preocupan son los Eldars, envié a mis peores tropas para tantear sus tácticas de combate y son muy eficaces.
- No me hagas reír, ¿tus peores tropas? JaJaJa ¿Martirius porque no respondiste a su avance?
Rápidamente El Destructor alzo el hacha y gritó.
- ¡Los destripare, los aniquilare a todos!
«Estúpido, estúpido, no piensas lo que dices, demuéstrales que no eres un descerebrado, demuéstrales que vales más que ellos, diles cuál es tu plan y haz que se arrodillen ante ti viendo tu magnificencia.»
- ¡SANGRE PARA EL DIOS DE LA SANGRE! Sus cráneos adornaran el trono de mi barcaza de guerra.
- Claro que sí, Martirius, claro que sí...
- Ikerus - Dijo Asbjorn ignorando a Martirius -, te felicito por tu intervención al hacer que la guardia imperial ataque a Guilliman.
- Solo hay que susurrar palabras de poder.
- El imperio ha de caer, la enfermedad que ha preparado mi padre para este planeta esta al llegar y eso hará que la victoria sea nuestra.
Tras decir esto, Asbjorn se dirigió a la salida y fue adelantado por Martirius. Mientras uno de los siervos de Ikerus le abría la puerta, Martirius alzo su hacha y le rebano la cabeza sin ninguna explicación.
Ikerus los miró mientras salían. Sus bocas tan solo dijeron una frase al unísono:
- Seguiré susurrando palabras de poder.